Thursday, October 27, 2011

La flor de la honestidad. Fábula China

Esta noche me gustaría hacer una reflexión para todos nosotros que vivimos en una época donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, los éxitos visibles... mientras que cultivar el valor de la honestidad ha quedado relegado a un rincón del ángulo oscuro.
Somos capaces de inventar cualquier excusa para no decir que nos equivocamos y admitir ante los demás que no llevamos la razón.
La verdad, la sinceridad, la humildad...no son virtudes publicitadas en los dibujos animados para niños ni proclamados en la vida del adulto. ¿Hemos confundido el significado de la palabra éxito?


Si he terminado este día, jueves 27 de octubre, sin traicionar mis creencias y mis sentimientos, si no he permitido dejar de ser yo misma en función de quedar bien o de obtener resultados... puedo decir bien fuerte que hoy ha sido un día de éxito.
DE NOSOTROS DEPENDE. 

Aquí os dejo una bonita fábula china.
                                                               LA FLOR DE LA HONESTIDAD


Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe
de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de
acuerdo con la ley, él debía casarse. 



Sabiendo esto, decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su esposa. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientas y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los
comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía
que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.


Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber
que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: 

"¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la
corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes
estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura" 



Y la hija respondió: "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy
loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por
lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz"

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas
más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las
más determinadas intenciones. 



Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: 
"Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la
flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura
emperatriz de China"

La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que
valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres,
amistades, relaciones, etc. 



El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. 


Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía
pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor
era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.


Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre
que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha
y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. 



Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una
escena tan bella. 



Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención.
Después de pasar p
or todas, una a una, anunció su resultado. Aquella
bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. 


Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó: 


"Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles"



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