Sunday, October 23, 2011

Mi ciudad natal

Cartagena, mi ciudad Natal.Y qué mejor presentación, que como escritora amateur,
os hable de CARMEN CONDE..



Nacida en Cartagena el 15 de agosto de 1907, Carmen Conde se trasladó pronto a Melilla donde se desarrolla su infancia hasta 1920, año en el que vuelve a Cartagena. Los recuerdos de Melilla serán imborrables. Transcurren en Cartagena los años siguientes de adolescencia y primera juventud, mientras comienza sus primeros escritos, que ve publicados muy tempranamente. En 1923 aprueba las oposiciones para Auxiliar de la Sala de Delineación de la Sociedad Española de Construcción Naval y comienza a trabajar, y en 1925 aparecen sus primeras publicaciones en la prensa local.


Académica de la Lengua

En 1978 el nombre de Carmen Conde adquirirá una relevancia muy especial al ser elegida académica de la Real Academia Española, ya que es la primera mujer que logra este honor. Al año siguiente, 1979, el 28 de enero pronuncia su discurso de ingreso en la Academia , ante los Reyes de España: Poesía ante el tiempo y la inmortalidad. Numerosos viajes y múltiples actividades literarias enriquecen su vida. En 1980 gana el premio Ateneo de Sevilla por su novela Soy la madre , mientras continúa a lo largo de esta década su labor creadora, aunque comienzan a manifestársele los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. En 1987 recibe el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y en 1992 se retira a una residencia especializada en Majadahonda donde transcurrirá sus últimos años hasta la fecha de su muerte el 8 de enero de 1996.


Primeros libros


Su trayectoria poética es impecable, y está jalonada por algunas obras fundamentales. Así su primer libro, Brocal(1929), un libro de poemas en prosa a través del cual ya pone de manifiesto sus inquietudes poéticas iniciales y su mundo lírico constituido por un ambiente mediterráneo con sol y mar, con una realidad luminosa, espléndida y acogedora. Subtitulado “Poemas de niños, rosas, animales, máquinas y vientos”, Júbilos (1934), recoge poemas en prosa muy diversos en cuanto a estructuras, formas y contenidos, que revelan una notable progresión respecto al primer libro. Quizás los poemas contenidos en las primeras secciones, los dedicados a niños, rosas y animales, recuperan el espíritu del primer libro, Brocal , aunque se hacen más extensos y acogen una mayor complejidad estructural y temática. Su mayor ambición hace que ya algunos de estos poemas iniciales revelen su condición narrativa y memorial, ya que todos ellos evocan personas, escenas y animales, vinculados al recuerdo y estructurados de forma narrativa.




La sensualidad

En Ansia de gracia (1945), Carmen Conde muestra uno de sus más sinceros mundos poéticos, comenzado por un intenso espacio dedicado al “Amor” y presidido por la autenticidad de una pasión y la verdad de una ansiedad constante y mantenida. La directa referencia a los momentos del amor descubre la intensa sensualidad que los define, al tiempo que recupera la gran fuerza de la naturaleza circundante, enriquecedora con su imaginación de los espacios concretos del amor, vitalista, encendido y vivido a flor de piel.
Es en Mujer sin Edén (1947) donde la autora afirma su natural condición de mujer y de poeta frente a la naturaleza y la realidad, frente a los mundos que la rodean y van forjando su existencia sin paraíso. Lo soñado y lo deseado, el ansia de eternidad por la belleza, de raíz juanramoniana, adquieren una desgarradora verdad en el poemario colmado de sobrenatural intensidad.


Poesía de rebelión


Fuerzas enfrentadas, de gozo y de dolor, dominan Derribado arcángel (1960), un libro compacto en el que a través de una veintena de estancias compuestas por varios poemas, se enfrenta a las fuerzas del bien y del mal, en su lucha por dominar el mundo, en el que la autora, criatura débil pero rebelde, increpa, denuncia y avisa sobre lo que se pierde, con importante presencia del amor y del vitalismo, y lo que viene de lejos: angustia, soledad, dolor, desdén. La memoria personal, a través de la propia autobiografía, e incluso con la presencia del padre, completan esta poesía de rebeliones, de preguntas, de denuncias, todo envuelto en la rica y ya habitual sucesión de imágenes encendidas, reveladoras de la autenticidad y la pasión de una inspiración incontenible.

En la tierra de nadie (1960) se destaca por ser poesía de apartamiento y soledad, que, como señaló Baquero Goyanes, “se ha hecho carne y voz de nuestro tiempo, roto trágicamente con tantas oposiciones, dualismos y conflictos, por lo que el hombre se ve una y otra vez enfrentado al hombre, sin tregua y sin casi esperanza de concordia. La tierra de nadie de Carmen Conde no es cobijo frío y elegante del esteta que se segrega de sus prójimos y de sus problemas”.



Carmen Conde y el mar


En Los poemas de Mar Menor (1962), como otros poetas de su tiempo han llevado a cabo, también Carmen Conde hace entrar en su poemario motivos que suelen rodear la reflexión sobre el mar, entre los que destacan la mera contemplación, el recreo en las formas y colores, las sorpresas producidas por la luz, etc. Pero no se reduce la autora a la mera contemplación, ya que su acercamiento va mucho más allá, y así, en consonancia con lo que suele ser habitual, hace comparecer el prestigio de su historia milenaria, las propiedades salutíferas del agua o la relación del mar con el campo próximo, tan definitivamente vinculado a la existencia de un mar concreto, el Mar Menor. Gran parte de la originalidad del libro se debe justamente a que su evocación es la de un mar determinado y, desde luego, al mismo tiempo muy peculiar desde el punto de vista físico y geográfico.

No sólo el paisaje original y sorprendente de Nicaragua se perciben y sienten en Jaguar puro inmarchito (1963), sino también las gentes que lo pueblan, el indio y el pobre, en una incursión muy notable en la poesía social de una Carmen Conde comprometida ahora con los más débiles, a los que ha visto de cerca y ha sentido muy próximos espiritual, moral, social y existencialmente.

Puro sentimiento

Escrito a lo largo de la década de los sesenta, y en su mayor parte en 1968, A este lado de la eternidad (1970) contiene también algunos poemas compuestos tras la muerte de Antonio Oliver, el 28 de julio de 1968, y, en especial, destaca, entre estos, “Réquiem por nosotros dos”, impregnado de singular dramatismo y entrañable solidaridad. Pero el libro, en su mayor parte, recupera temas y motivos del análisis del mundo previos y presentes en su obra, en especial la rebeldía social que impregna toda la primera parte, titulada “La sangre de tu hermano”, enriquecida por vehementes representaciones metafóricas, fauna y flora, naturaleza, cosmos, reveladora de la podredumbre de nuestro mundo. “Furia de la noche oscura” se titula la parte final del libro, en la que se insiste en tantos sentimientos ya conocidos, desamparo, opresión, angustia, dolor, sangre, desesperanza, noche, muerte.
Corrosión (1975) fue otra de las decisivas revelaciones de su poesía, sobre todo a través del inmenso fragmento de la vida y el dolor que constituye la segunda parte de ese libro, “Digo palabras porque la muerte es muda”, que, sin duda, constituye una de las más apasionadas elegías de la poesía española contemporánea.


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