Saturday, October 22, 2011

La leyenda del caballo salvaje

   
 LA LEYENDA DEL CABALLO SALVAJE


En el siglo XVIII existió, en la provincia de Buenos Aires, un caballo hermoso y de porte desafiante. Más grande que ninguno, corría a toda velocidad por los campos mientras sus crines coloradas jugaban con el viento. En medio de su pelaje, a la altura del vientre, el rojizo pelaje se convertía en blanco formando una braga, detalle por el cual los campesinos comenzaron a llamarlo “Bragado”.
Los soldados de la zona deseaban ser los dueños del potro, quien lo poseyera, tendría una victoria asegurada en cualquier batalla porque era el más rápido que jamás habían visto. Los gauchos lo querían para usarlo de semental y conseguir así, la reproducción de tan maravilloso ejemplar. Pero Bragado no quería ni las luchas ni las crías, no se dejaba atrapar. Corría sobre el pasto, se abalanzaba con todas su fuerzas ante quien buscara enlazarlo.
Una tarde de otoño, cuando el sol ya se escondía, nueve soldados lograron acorralarlo en la barranca de la laguna mientras el potro salvaje hacía un intento por beber de sus aguas. Trató de escapar por un costado, por el otro, hacia el norte y hacia el sur, pero el esfuerzo parecía inútil, el pobre Bragado se convertiría en un esclavo, se convertiría en un caballito de guerra. Desesperado por perder su libertad, y cuando sus captores creyeron que lo tenían firmemente atado, el potro se arrojó desde lo alto de la barranca prefiriendo morir.
Al verlo saltar, los soldados quedaron absortos y uno de ellos enunció: "Potro Bragado, como nosotros, preferís la muerte antes que perder tu libertad. Desde ahora esta laguna llevará tu nombre", y así se hizo en 1776. Años después, el Coronel Eugenio del Busto, puso ese nombre a la ciudad que fundó a las orillas de aquella mítica laguna. Hoy, por sus sueños de libertad y su coraje, el potro Bragado está eternizado en el escudo que identifica al Municipio. Cada año, en los primeros días de octubre, la ciudad celebra la Fiesta Provincial del Caballo en su honor.



El cuerpo del animal jamás fue encontrado pero muchos habitantes de la ciudad, y los pescadores que pasan largas tardes en la laguna, aseguran que cuando cae el sol puede escucharse el rápido galopar del caballo que relincha con el viento.


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